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La perfección germánica. Fiel a su fama de sobriedad y perfección técnica, el Mercedes-Benz 220 ofrecía lo mejor de la industria germánica con un ligero toque italiano. La influencia italiana en el 220 fue mínima, pero le dio su apodo de “aletas traseras”.
Las aletas traseras del Mercedes 220 estaban ya un tanto desfasadas cuando nació el modelo, de modo que cuando se presentaron las versiones coupé y descapotable dos años más tarde se suprimieron en favor de una zaga mucho más redondeada y estilizada.
La boca del depósito de combustible estaba oculta detrás de la placa de matrícula trasera, de modo que esta era practicable mediante una bisagra en su parte baja para respostar el auto.
El reloj del panel de instrumentos llevaba en la parte trasera una ruedecilla minúscula que servía para aumentar o disminuir su ritmo, ya que tenía tendencia a adelantarse o atrasarse en épocas de cambio de temperatura.
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